No podía más
tu voz
-lo que decía-
y yo
yo anhelándome en tus labios
en los calores de tu piel
donde fuese,
sin importar
solo cerca
pero en tanto los deseos
mi Desiderata, limitados
por lo ordinario de las razones
por la verdad de estas cadenas
por lo improbable de las cosas
por la gravedad que me detiene
y por los desaciertos que provocas