Todo esto que es,
hasta donde el horizonte alcanza,
es mi alma desbordada.
Que crea ríos,
que lleva esencia de suspiros perfumados,
que fluyen y se van,
y se derrochan siempre…
Desbordada esta alma a sus pies,
suaves, de seda y nieve.
Desbordada,
también inmaterial,
pasa a través de ellos,
y le habla,
y le murmura los arrojos que provoca.
Una interminable madeja de sueños,
que tropezándose y descoordinados,
le figuran un pedestal para adorarla…
Imagino entonces que le robo caricias,
que me extiendo perdido en la arritmia de sus besos,
tomando de su cintura, ella conmigo,
y perdido en los caminos de su cuello.
Desbordada
mi alma en la entrega,
desbordándome
a la aceptación,
desbordados
los amores y te quieros,
desbordábase
la sustancia de mi anhelo,
desbordándose
este calor que me calcina,
desbordada
la posibilidad de su regreso,
desbórdese
la esencia de mí adentro,
y desbordados los recursos de mi almohada…