Cincuenta y cinco días, ausente de ti
tenías razón, he contado mi historia
—mas sé que tú también lo has hecho—
Nuestras íntimas historias expuestas,
incompletas, que pecan de subjetivas,
contadas a gente ajena a ti y a mí,
de lo que nos perteneció.
Relatos que contaron menos de la mitad
que justifican lo de hoy.
Ellos, quienes nos oyen
no saben casi nada,
cómo lo tuyo y mío verdaderamente sucedió…
Espectadores de minuto y medio
de interés escaso y respuesta pronta
de sentimiento ausente y vista distante
nos confortan, si, y descansamos en ellos
nuestra falta coraje y decisión
para afrontar todo este vendaval de emociones.
Apoyando en sus hombros
la carga de nuestros extravíos
y la indecisión de nuestro corazón
con tal de no encarar esta tragicomedia,
solos.