¿Por qué buscar la mar,
si es tan vasta e inquietante?
¿O andar desconocidos caminos,
si estas viejas veredas conocen nuestras huellas?
¿Por qué comer frutos de nuevos sabores,
si las semillas de mi bolso el hambre mitigan?
¿Por qué abrir la puerta al amanecer,
si el sol también ayer me dio calor y guía?
¿Por qué entregar lo más preciado,
a las insolentes mangas del viento?
¿Por qué encender un nuevo fuego para darme luz,
si esta lucerna no irrita mis pupilas ni mi piel?
¿Por qué llenarse de respiros de frescos aires,
si esta enrarecida atmósfera mantiene la vida?
¿Por qué dejarse a los nuevos sueños,
cuando este hastío me conserva tibio y sin mayor resabio?
¿Por qué?, ¿por qué buscar?
Porque el mar me viste y lo habito
el camino lo ando con un afán infinito
de morder lo jugoso de los frutos
de conocer con la lengua sus suaves texturas
Porque el flamante sol enciende el día
de propósito, ensayo y esencia
y el fuego novel me libra al estrago
porque nutrido, a la luz, cómo antes decía
fulmino el insomnio con un torrente de sueños